sábado, 31 de enero de 2015

Yamal

Hace unos días recibí una llamada inesperada en la radio. Contestó David: "Allo?", y al cabo de un rato le oí decir, ¿Yamal?, a lo que siguió un "Irene, es para ti". 
Cogí el teléfono entre sorprendida y gratificada por un detalle con el que no contaba. Curiosamente, días atrás me había acordado de él, de cuando me llamó al albergue, ya después de haberse ido, diciéndome que volvería, y que me traería un jamón. "O una colonia, Irene, ¿qué prefieres?". Yo le decía que no quería nada, que qué iba a querer, por favor, y menos jamón, ¿dónde lo iba a meter? Pero Yamal no había vuelto en aquella ocasión, y sólo ahora, tres años después, tenía otra vez noticias suyas. 
"Te estuve llamando a tu móvil, pero me salía una voz diciendo que ya no existe". "No, qué va, es que ese me lo robaron hace tiempo y por no esperar, cogí una tarjeta con otro número, apunta". Quedamos en vernos la semana pasada, así que el martes, después del gimnasio, me acerqué a la Bolsa. Nos vimos pronto, yo lo reconocí, no había cambiado, incluso había rejuvenecido. "Si no me hablas, no sé que eres tú, estás más delgada". "Sí, es verdad, y tú tienes mejor cara, te ha sentado bien España". Y me estuvo contando: al dejar Alemania había recalado en Bruselas buscando un trabajo que no llegaba. Se hospedaba entonces en el albergue, donde me conoció a mí, pero no acababa de encajar en un país en el que no hablaba el idioma y donde los pocos contactos que tenía eran marroquíes con los que no quería trabajar. Se había ido al cabo de un tiempo, sin ganas, tal vez deprimido por un ambiente al que no era fácil adaptarse. Después de haber viajado por España entera y Marruecos, entre vacaciones y algún trabajo en la hostelería que le salía, ahora quería irse a Manchester; mientras espera, cuestión de contratos o de no sé qué problema con el contratista, ha venido a Bruselas buscando, quizás, otra oportunidad. 
"Yo no esperaba encontrarte aquí; estaba convencido de que te habrías ido ya". "Bueno, me contrataron en la radio y aquí sigo. Tú sabes que yo había venido con una beca; luego surgió la oportunidad de trabajar y de momento estoy bien". Pero cuéntame, le digo, cómo diste conmigo. Sonríe, ¡ay! Sabía que ibas a querer saber. Ja, me río, claro; alguien te dijo dónde estaba. "Volví al albergue, comienza, allí estaba Félix", "Philippe", "eso, Philippe. Bueno, el caso es que llegué y le dije 'Irene y Rocío ¿ya se han ido'? 'Sí, me respondió, hace mucho tiempo'. Vi que no tenía más gana de hablar, así que esa noche no insistí". 
En el bar Zebra de la plaza Sainte-Géry nos pedimos, yo, un té a la menta, y él, una cerveza Kriek, "¿pero tú bebes alcohol?", se sonríe, Irene… "Venga, sigue contando". "Al día siguiente estaba JF en recepción. Volví a preguntar: '¿Irene, sabes dónde está?' Fue él quien me dijo que trabajabas en Radio Alma; me apuntó la dirección, busqué en Internet y llamé". Me alegro de verte, me dijo, de verdad pensaba que ya no estarías aquí. Aquí la gente viene y va, y los jóvenes no aguantan mucho. "Ya, bueno, los jóvenes no aguantan mucho, pero cuando te das cuenta ya ha pasado la juventud y aquí sigues, anyway". 
Cuando estábamos en el albergue, Yamal se llevaba bien con Idir. Con él hablaba su otra lengua, o quizá su lengua, el tamazight, bereber, y supongo que entre ambos se establecía un código al que los demás no teníamos acceso. La noche que Idir trabajaba, creo que Yamal se sentía menos solo. 
A veces, por ignorancia, yo pensaba que, viviendo en Molenbeek, Yamal no se podría sentir tan fuera de lugar. "Pero yo soy español", volvió a decirme el martes mientras mi té se enfriaba, "y yo de estos no me fío, Irene. ¿De mis paisanos? Yo no quiero saber nada". Además él no habla árabe, tampoco francés, por lo que no le resultará tan sencilla una comunicación con "sus paisanos" marroquíes. "Ahora busco un piso, a ser posible con españoles, pero aquí no es fácil. La gente tiene más prejuicios, ¿verdad?". 
Luego nos sirvieron una porción de fromage y recordamos viejos tiempos: Damián, un buen chico; Khalid, "que en cuanto hubo arreglado lo suyo, desapareció". Y Rocío, ¿sabes algo? Sigue en Bruselas, la vi un día, me hice la tonta, supongo que ella también. "¿Os acabasteis llevando mal?". No, para nada, simplemente… "Ya". 


"El jueves me voy a Melilla;  volveré la semana que viene, ¿quieres que te traiga algo?". Me río, Yamal, qué me vas a traer. "No sé, una colonia… ¡o un jamón!". Bueno, haz como quieras, no insisto, si apareces por aquí con el jamón… "Te traeré un jamón".